EL EVANGELIO DE MATEO
La inclusión de todos los pueblos
Alberto Matos
A lo largo de la Biblia, Dios siempre se presenta como un Dios embrionario, es decir, hace grandes cosas desde embriones. Creó una pareja y les ordenó multiplicarse y poblar la tierra, hoy son casi 8 mil millones de personas. (Gén. 2:18). Se le reveló a Abraham – un hombre, pero dijo que en él serían benditas todas las familias de la tierra, la población de los creyentes en Dios es enorme. (Gén. 12:3). En la esterilidad de Sara, en un vientre muerto, levantó una descendencia prometida. (Romanos 4:19).
Cuando envió a José para la “preservación de la vida” en Egipto, bendijo a las 70 almas de la casa de Jacob, a todo el pueblo egipcio y a los demás pueblos de la tierra. (Gén. 47:12,13; 41:57). Para liberar a más de 603.550.000 hombres de Egipto (Núm. 1:46), levantó un solo libertador: Moisés. Para conquistar la Tierra Prometida también se levantó un solo hombre, Josué. Para llegar a la totalidad, Dios partía siempre de la porción más pequeña e incluía las demás partes.
Del mismo modo y desde el principio, las acciones de Dios contienen un principio inclusivista. Dios fue revelado a un hombre, Abraham; se reveló a un solo pueblo, Israel; usó un idioma unificado, el griego koiné, para difundir la Buena Nueva de Salvación entre las naciones; y finalmente envió una Iglesia, El Cuerpo de Cristo, para alcanzar las naciones.
Para quien quiera desafiar el principio divino inclusivista, encontramos en el primer Evangelio, escrito por Mateo, en la genealogía de Jesús en una lista de 5 mujeres (Tamar, Rahab, Rut, Betsabé y María), la inclusión de 4 mujeres con aspectos dudosos en su conducta moral, y 3 eran gentiles. Aunque, siendo un Dios Santo que trata con el pecado en la vida de las personas, llevándolos al arrepentimiento, Él es un Dios que no hace acepción de personas y que incluye incluso a los más débiles y frágiles de la humanidad.